Más de un losino habrá sonreído al encontrarse este recorrido en el apartado de “rutas turísticas”. No les falta razón, porque esto que hoy es un bonito paseo, ha sido durante muchos años la vía de interrelación más importante entre losinos y meneses.

El trazado de esta ruta coincide básicamente con parte del llamado Camino Real. Lo tomamos en Castrobarto frente a la carretera que viene de Villalacre y Medina, en el área en que, se dice, estuvo ubicada una de las numerosas ermitas con que contó este municipio en el pasado.

Discurre el camino sorteando algunas de las casas del pueblo, pero siguiendo una línea recta, en dirección a Peña Mayor y la Portilla, bien visibles desde el primer momento, con su silueta tan peculiar.

Saliendo ya a campo abierto, llegamos al término conocido como La Venta. Ni los más ancianos de la zona pueden asegurar si hubo o no alguna vez una posada a esta altura del camino, pero bien pudiera haber sido, dada la existencia de Castro desde el tiempo de los romanos, que fundaron el pueblo con el fin de controlar la calzada que bajaba por el puerto de la Magdalena hacia Mena y que aseguraba el trasiego de viajeros por estos parajes desde tiempo inmemorial

Avanzamos por una pista de piedra y tierra, casi completamente recta hasta el final del recorrido. Atrás quedan Castrobarto y su emblemática torre, a ambos lados tierras de labranza y, frente a nosotros, nuevamente la Portilla y Peña Mayor.

En Villasalinas el camino se empina y deja de estar franqueado por paredes de piedra. No obstante, está tan claramente marcado que no hay dificultad alguna para seguirlo.

Continuamos unos cuantos metros más adelante y pronto llegamos a la Barrera del Camino Real. Justo antes de traspasarla, dejamos a la derecha una buena pista de tierra que conduce al pastizal, asentado sobre el terreno de la Ería, una finca comunal que los vecinos de Castro solían sembrar de cereal y cuyos beneficios destinaban a costear gastos comunes.

También desde la Barrera del Camino Real se ve el campo de los Casares u montículo donde se cree que se asentaba Obarto, población más antigua aún que Castrobarto, de la que se han encontrado restos arqueológicos.

Desde un poco más arriba, en el Alto de las Monjoyas, apenas si se alcanza ya a ver lo que fue el pueblo de Muga. Situadas entre la Peña Mayor y la Loma, que da nombre a esta Junta de Traslaloma y la separa de la Junta del Valle de Losa, están las paredes derruidas que apenas se divisan desde nuestro camino, y también el bosquecillo de fresno que puede servirnos de referencia para localizarlas desde donde estamos. No es de extrañar este deterioro, puesto que el último vecino se trasladó a Castrobarto poco después de la Guerra Civil.

A poca distancia del Alto de las Monjoyas, el pinar repoblado en los años 50 empieza a flanquear nuestro camino. Fue una dura labor para aquel numeroso grupo de trabajadores, muchos de ellos andaluces, que pasaron tres o cuatro años repoblando, a real el hoyo. Lástima que tanto esfuerzo no se haya visto compensado con un bosque frondoso con el que, en este tiempo transcurrido, hubiese generado una especie autóctona.

Si avanzamos con cuidado, pronto veremos a la izquierda la Caseta Badajo, situada en un claro del pinar y cuya finalidad era dar cobijo a los pastores. Muy cerca de ella se encuentra la Cueva Badajo, con una boca totalmente desprotegida y, por ello, bastante peligrosa para personas y animales.

Volvemos a nuestra pista y atravesamos un cortafuegos. Estamos a punto de llegar a la Magdalena. Estamos también en la zona en la que los losinos provenientes de otros pueblos como Villaventín, Castresana, ..., se incorporaban a nuestra ruta para llegar desde sus casas al ferrocarril de Cadagua. Recorremos también el camino de los estraperlistas, que compraban cereal o lo cambiaban por nitrato y, después de hacerlo harina en el molino de Castro lo llevaban por nuestra ruta hasta Mena, a lomos de sus sufridos burros.

 

Ya en el Alto de la Magdalena, vemos a la derecha del camino los restos de una caseta - refugio de milicianos. En algún punto a la izquierda estaba situada la Ermita de la Magdalena. La celebración de esta festividad (22 de julio) reunía todos los años a meneses y losinos, aunque no de forma muy cordial, según la tradición oral y alguna documentación acreditada. Fue precisamente en una de estas disputas cuando se estableció el apodo de “los grandes”, aplicado por los meneses a los vecinos de Castrobarto.

El descenso desde el Alto de la Magdalena hacia Mena es mucho más pronunciado y el camino más tortuoso que el que nos ha conducido desde Castro hacia nuestro objetivo. A pocos metros de iniciado el descenso, se divisan ya algunos pueblos y la estación de ferrocarril de Cadagua. Poco más abajo se abre el camino y se ve todo el valle, aunque luego vuelve a perderse la perspectiva por lo accidentado de su trazado.

Ganados y carros han recorrido este sendero desde no se sabe cuándo, y muchos han sido los losinos que llegaron a través de él, primero al tren, y así a la estación de la calle Bailén, en Bilbao.

Desde estas líneas queremos animarte a ti que nos lees a recordar aquellos tiempos que no sabemos si fueron o no mejores, pero que desde luego, fueron distintos. Volver a andar este camino puede ser una buena forma de hacerlo.

N.R.: Nuestro agradecimiento a los vecinos de Castrobarto que nos ayudaron en la elaboración de esta ruta y, en particular, a Manuel Mari Corral, que nos guió en la marcha y nos facilitó toda clase de detalles y contactos.

(Begoña y Mari Luz. La Solana, noviembre 1994)