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Localidad: Campos del Juncal

Puede que tú, que nos lees habitualmente, pienses que siempre decimos lo mismo; pero de verdad que esta ruta que ahora te proponemos es bien especial. Con ella te llevaremos tras las huellas de pobladores losinos de otros tiempos y podrás además observar detalles que definen de forma inequívoca nuestro valle como zona de transición geográfica.

QUINTANILLA – FUENTE DE LAS CANALIZAS – CAMINO DE LOS TOBALINESES

Es muy probable que tu primer descubrimiento sea parte del núcleo urbano de Quintanilla La Ojada. Lo encontrarás nada más cruzar el puente sobre el Jerea que está situado a la altura de los bares de la carretera.

Cuesta arriba por la pista de cemento, vas dejando atrás la parte más desconocida del pueblo y también una vaguada a tu derecha, que corresponde a su emplazamiento originario, hasta que la conveniencia de acercarse a la carretera fue empujando casas y vecinos hacia abajo.

Como nexo de unión con aquel tiempo, las saeteras ( ventanas estrechas y alargadas para disparar sin peligro ) y la ventana geminada ( partida en dos mediante una columnilla sobre la que descansan los arcos que la rematan ) ponen de manifiesto la antigüedad y el interés de una casa situada a la izquierda del camino, y que quizá pudo ser en otro tiempo una torre de defensa.

El cemento llega hasta donde llegan las casas, pero el camino se puede seguir sin dificultades, incluso ahora que hay algún tramo levantado por las obras de captación de agua que se espera alivien los problemas de abastecimiento .

En este primer tramo, nuestra ruta está jalonada por los pinos que se han ido apropiando de terrenos antaño cultivados; pero, conforme avancemos, iremos apreciando una tendencia a la mezcla de variedades propia de esta zona ( pinos, robles, encinas,...).

En algún momento parece que la pendiente podría incomodar nuestro paseo, pero no es verdad, al menos por ahora. Seguimos el sencillo trazado que desde tiempo inmemorial han usado los vecinos de Quintanilla para acceder a sus pastos y también para cumplir año tras año con el rito de la romería de S. Lorenzo , que se vuelve a celebrar cada 10 de agosto en el ámbito del Parque Natural de Valderejo, después de que la Diputación Foral de Alava corriese con los gastos de restauración de la ermita del mismo nombre.

El camino se abre al llegar a una barrera, y, a medida que vamos descendiendo, vemos frente a nosotros el pico de la Mizquilita, que prácticamente vamos a rodear, y que fue, según parece, un importante enclave defensivo en otros tiempos.

Pronto localizamos a nuestra izquierda la llamada Fuente de Las Canalizas, que fue un copioso manantial hasta que las prospecciones petrolíferas de los años 80 la dejaron casi sin agua.

En este punto, nuestro sendero se une con otro que viene por la derecha. Para nosotros es particularmente importante porque por él nos traerá nuestro recorrido de regreso, y, desde ese momento, volveremos sobre nuestros pasos hasta Quintanilla.

Poco más adelante, llegamos a un cruce de caminos:

- Allí mismo localizamos lo que algún desaprensivo ha dejado de lo que fue el primer mojón del Monte Lerón.

- Si siguiéramos de frente, una fuerte pendiente nos acercaría a la ya aludida ermita de S. Lorenzo.

Pero, en perpendicular, cruza nuestra trayectoria el llamado Camino Largo o de los Tobalineses, por haber sido durante siglos la vía natural de comunicación entre este valle vecino y la zona sur de Losa. Hacia nuestra izquierda, el monte Coamil y Río, y en toda la zona, multitud de abrigos rocosos y cuevas, como la de Las Callejas.

CRUCE DE CAMINOS – CAMPAS DEL JUNCAL – ACCESO A VALDEREJO

Nuestra opción de paseo para hoy pasa por girar a la derecha y seguir avanzando.

Ahora tenemos otra perspectiva de la Mizquilita. Ahí arriba, donde se recorta el perfil de unas encinas, hubo en otros tiempos un castillo, según lo avala un mapa del monte Lerón, realizado por Isidoro Diez en 1764, que también hace referencia a otra construcción militar de similares características en la zona de Peña Blanca, que luego visitaremos. Y por hoy, no vamos a darte más detalle, pero ten en cuenta que esta no es la única sorpresa que guarda este pico ...

A medida que avanzamos, seguimos más o menos linealmente el monte Lerón, que está situado ahora a nuestra izquierda. Por nuestra derecha asoma enseguida la peña buitrera de Quintana Entrepeñas, de gran interés por la nutrida colonia de estos animales que alberga habitualmente.

Nuestro trayecto nos lleva sin dudarlo hasta las campas del Juncal. De pronto, ya no avanzamos por una pista más o menos definida, sino que disfrutamos de un espacio mucho más abierto y extenso. En su momento se tramitó el cierre de esta campa al tráfico rodado, así que andamos por ella sin otro cuidado que el anárquico discurrir del arroyo Juncal, que la cruza incansablemente, aunque, según en qué épocas, con muy poco agua.

A nuestro alrededor, además del arbolado propio de la zona, encontramos numerosos ejemplares de boj. Es ese arbusto leñoso, cuyas ramas están densamente pobladas de pequeñas hojas perennes de un verde brillante que el otoño cambia hacia tonos de amarillo o naranja.

Es una especie de gran interés, ya que sólo se da en laderas umbrías de zonas de transición, es decir, en regiones como la nuestra, a mitad de camino entre el clima atlántico de las tierras bajas próximas a la costa y el clima mediterráneo continental que se da Meseta adentro.

No es nueva esa sensación de acogida que nos producen las campas del Juncal, porque, si nos fijamos bien, localizaremos restos de una construcción ya desaparecida. Fue la vivienda de un vecino de Quintanilla que, habiendo dejado el pueblo para trabajar en las minas de Vizcaya, terminó por volver cuando la silicosis le incapacitó para continuar con esa labor. Así que se instaló en las campas, donde construyó su casa y habilitó huertas y establos que le dieron de comer a él y a su familia.

Sabemos que hemos llegado al final de este tramo cuando avistamos el cartelón de madera que indica que hasta aquí llega el Parque Natural de Valderejo. No es nuestro objetivo para esta ruta, así que lo dejamos y tomamos una pista que se esconde tras el punto de agua que ICONA construyó hace unos años para asegurar el abastecimiento en caso de incendio por la zona.

ACCESO A VALDEREJO – PEÑA BLANCA - CAMPAS DEL JUNCAL

El trazado y las condiciones del piso poco tienen que ver con lo anterior. Hay cierta pendiente, y , lo que más incomoda, hay mucha piedra suelta en toda esta ladera que nos conducirá a la cima. Pronto localizamos la arqueta que oculta las tuberías que cogen las aguas del manantial más importante de cuantos dan origen al arroyo Juncal y las conducen al punto de agua que acabamos de ver.

También vemos numerosos montones de ramas secas que tienen relación tanto con la tala controlada como con los efectos de las copiosas nevadas que se registran en esta zona. Además, si vamos en la época adecuada, comprobaremos que esta es una interesante zona setera.

No importa en qué momento del año nos acerquemos, es importante destacar que a lo largo de todo este recorrido existe la posibilidad de observar suelos de distinta conformación que corresponden a eras geológicas diferentes.

Mientras subimos la escarpada cuesta que nos va a conducir a Peña Blanca, estamos a tiempo de aprender algo muy significativo de nuestra condición de zona a mitad de camino entre áreas muy distintas.

Hemos hablado de los pinares que íbamos atravesando , no sólo en esta ruta, sino también en otras anteriores, pero quizá nunca hemos reparado en las diferencias entre unos pinos y otros.

Mientras descansamos un poco, observamos a nuestra izquierda cómo un pinar cubre toda la ladera. La mayoría de ellos son pinos silvestres de denominación Alto Ebro, una subespecie que se da en esta zona de Burgos y en los terrenos colindantes de Alava, y que se ha ido definiendo y adaptando con el paso de los años en función de la proximidad al clima atlántico de las tierras vecinas del norte. En conjunto, su ramaje tiene un tono de verde más bien mortecino que hace que resalten especialmente algunos ejemplares de un verde más intenso y tronco más oscuro. Son pinos resineros o negrales, propios del clima mediterráneo que se pueden llegar a dar en Losa, pero no más allá de la Sierra Salvada, donde las condiciones climáticas harían muy difícil su subsistencia.

No es preciso extenderse explicando cómo averiguar si ya hemos llegado o no a Peña Blanca, porque no ofrece duda. Estamos en lo alto de la pendiente que traíamos, en un enclave estratégico desde el que se controla perfectamente el tramo final del camino por el que hemos venido, se amplía por nuestra izquierda y hacia el frente la perspectiva sobre Valderejo, y, ladera abajo, a nuestra derecha asoma el valle de Tobalina.

Existe la opción de iniciar un descenso que nos llevaría en poco más de un cuarto de hora hasta Quintanilla Montescabezas, pero esto ya depende de ti, que nos sigues, y de tus ganas de andar.

“La Solana” se limita a proponerte que contemples la panorámica desde donde estás. Además de Quintanilla, puedes ver Rufrancos, Extramiana, Trespaderne, Pedrosa, ... y, en general un valle mucho más abierto que Losa; muy cercano, pero significativamente distinto. Baste citar como ejemplo el asunto de los pinos al que nos referíamos párrafos atrás.

En el valle de Tobalina se invierten los términos, de forma que el pino negral o resinero es el que predomina, y unos pocos pinos silvestres de denominación Alto Ebro se mezclan con ellos para desaparecer al llegar a las zonas de Las Mazorras o La Brújula, donde el clima, ya marcadamente mediterráneo continental les impide desarrollarse.

Estamos, pues, a caballo entre la Tobalina ,que se acerca mucho a la Meseta, y la Losa, que, aunque separada por todo lo que implica la Sierra Salvada, tiene cosas en común con las tierras de Alava y Vizcaya que llegan hasta el mar.

Según el plano al que ya hemos hecho referencia anteriormente, por aquí arriba debió de haber otro castillo, cosa nada extraña si tenemos en cuenta todo lo que se controla desde esta zona, y que, además, hasta que se abrió el paso del Estrecho, ésta era la vía de comunicación más utilizada entre los vecinos de ambos valles.

Cuando quieras iniciar el camino de regreso, ya sabes que no hay pérdida: limítate a seguirlo hasta llegar nuevamente a las campas del Juncal.

CAMPAS DEL JUNCAL – EL COVAJO – FUENTE DE LAS CANALIZAS – QUINTANILLA

Esta vez vas a atravesar las campas del Juncal, hasta que se cierren en un camino abierto al tráfico rodado. Síguelo hasta que veas a tu derecha la inconfundible pista de la cantera y la casita blanca.

La senda ascendente que bordea la cantera te conducirá hasta la cueva conocida como El Covajo, que llama la atención por el cuerno que describe su extremo superior, que casi cruza el camino. No es, ni mucho menos, la única, ni la de mayores dimensiones, pero sí que presenta una particularidad que queremos resaltar.

Si te fijas en el desnivel ocasionado por el empujador al hacer el camino que vienes recorriendo, observarás distintas coloraciones en la conformación del terreno. Esas franjas oscuras, casi negras, que atraviesan el talud en sentido horizontal justo en la zona de la cueva, serían prueba evidente de que estuvo habitada hace cientos y cientos de años, y estarían relacionadas con la actividad humana y la descomposición de plantas y basuras generadas por esos presuntos pobladores.

Camino adelante vas a topar con la fuente de Las Canalizas otra vez. Desde aquí, sin parar ya hasta Quintanilla, donde habrás completado este interesante y después de todo bastante largo recorrido.

N. de la R.: No queremos dar por terminada la redacción de esta ruta sin hacer una mención especial a los dos Enrique Hierro, padre e hijo, que nos guiaron y nos explicaron todo cuanto hemos tratado de contarte, y mucho más. ¡ Muchas gracias !.

(Begoña y Mari Luz.La Solana, enero 2000)