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Localidad: Monte Lobera

Revista a revista, en estos años hemos ido recorriendo gran parte de nuestro valle, pero nos siguen quedando caminos por andar. Aprovechando que hay más horas de luz al día, podemos plantearnos hacer una ruta más larga.

Según las ganas y el paso que lleves al andar, puedes pasar toda una tarde o incluso todo el día. Cárgate con la máquina de fotos, y como siempre, un buen bocata, que comenzamos a andar.

Aunque te vayan a resultar familiares los primeros kilómetros de la ruta (revista 0, año I, febrero 1994), no nos hemos quedado ahí, sino que rodeamos Monte Lobera, pasando por los pueblos de Perex y San Pantaleón.

Para aquellos que les falla la memoria, comenzamos desde el pueblo de Río de Losa en dirección al monte, por el camino forestal que lleva a Oteo. Nos desviamos a la izquierda a la altura del campamento. Al acabar éste, nos encontramos en la senda que sube a Fuente Muyentes. Después de ésta, encontramos otra fuente natural, llamada Fuente Inverniza. Casi seguro que, en las fechas en las que estamos, no tenga agua, bien lo dice su nombre.

A la derecha de esta fuente aparece un camino que te lleva a la lobera. Al llegar a las peñas, aparece una barrera que delimita el monte de Río con el de Perex: la barrerilla de Perex.

Tras cruzarla, a la derecha está la lobera, que, si quieres, puedes visitar; pero nosotros seguiremos de frente en dirección a Perex. Pasaremos por la tejera, de la cual también te hemos hablado con anterioridad.

Hasta este punto tardaremos aproximadamente una hora y media.

El pueblo de Perex puede resultar un buen lugar de descanso donde podemos refrescarnos en la fuente de la plaza.

Continuamos la ruta por la carretera de la izquierda, según se sale de la pista junto al cementerio. Para comenzar el retorno, tomamos el primer camino que conduce a la vaguada, aunque también el siguiente camino nos llevaría al mismo destino.

Este trayecto hasta San Pantaleón está marcado como una GR. Seguimos por el camino, ya cuesta abajo, caminando cómodamente.

En el primer cruce que encontramos, giraremos a la izquierda descendiendo por la llamada carretera de las encinas. Volveremos a toparnos con otro cruce en el que esta vez iremos a la derecha.

Atravesamos por el puente a la margen izquierda del río. Andando unos 100 m, estamos en el páramo de la lobera. Después de este punto, está un lugar conocido como Iscarrio en el que el camino se queda inapreciable a la vista, porque faltan unos 50 m que han sido invadidos por las fincas.

Continuamos andando paseando por el termino llamado La Zamata. Cruzamos un pinar en el que seguro nos llamarán la atención unos ejemplares de robles centenarios. Estos allí se encuentran contemplando el pasar de los caminantes de distintas generaciones.

Tomamos el sendero de la derecha (ignorando el camino de frente) hasta llegar a otra intersección en la que continuamos por la izquierda y descenderemos entre la abundante y diversa vegetación de nuestras tierras.

A escasos metros nos encontramos frente al río Jerea a su paso por el Chorro. Un largo sorbo de agua refrescará nuestras gargantas en la fuente que da nombre a este lugar.

Si vamos en grupo, todos en hilera, porque continuamos por el estrecho sendero de la izquierda, junto al cauce del río. Al final de él nos encontramos con un prado.

La vegetación de esta zona del río es muy variada, ya que hay sauces, arces, espinos albares, zarzas, etc. Refugio seguro para la gran variedad de aves que nos podemos encontrar: mirlos, pinzones, petirrojos, gorriones, etc.

Pasando el puente y cogiendo el primer cruce a mano derecha, llegaremos al pueblo de San Pantaleón. Sin duda alguna merece la pena subir a lo alto del barco, que, como bien sabes es donde se encuentra la ermita románica de finales del s. XII o principios del XIII. Lo que más nos puede llamar la atención del exterior del templo es la cuidada y fina ornamentación que decora las distintas ventanas y la portada. En ésta destacan una gran figura esculpida, una especie de atlante y un enorme zigzag que enmarcan y escoltan al resto de sus columnas y arquivoltas.

Por cierto, hemos oído al andar por estos lares que a la ermita se le atribuye parte de la leyenda del Santo Grial.

Antes de dar media vuelta nos podemos asomar a lo alto del barco para ver esta parte del valle en la que se aprecia el serpenteo del río, el contraste de los verdes y dorados del paisaje, ...

Volvemos a bajar al pueblo, y, con cuidado por la carretera, andamos los 2 últimos kilómetros en dirección a Río. Desde aquí podemos contemplar a mano derecha el parque natural de Valderejo y más adelante la ermita de San Roque.

En pocos minutos llegamos a nuestro punto de origen: Río de Losa. Algo cansados, pero con la satisfacción que nos deja el camino, podemos volver a casa pensando en un nuevo recorrido.

Puede que por el tiempo no te atrevas a salir, o que, a última hora, te cambien los planes, pero no podrás usar como excusa no saber hacia dónde ir. Tranquilo, que de eso, como siempre, nos ocupamos nosotros.

(Aída y Lourdes. La Solana agosto 2000)