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Localidad: Ruta Palomera

Para este numero de “La Solana” hemos escogido una ruta por los montes de Quincoces. Conoceremos la cueva Palomera, contemplaremos muy probablemente las inconfundibles yeguas losinas pastando por el campo, atravesaremos un bosque lleno de dolinas (hundimientos en el terreno en forma de cono) y disfrutaremos de unas impresionantes panorámicas a ambos lados de nuestro camino. Hacia nuestra derecha nos iran acompañando las peñas de Villabasil, y por nuestra izquierda desfilará el monte de Cobata. La distancia será de siete kilómetros aproximadamente, y calculamos unas tres horas para nuestros expertos caminantes. La ruta la finalizaremos en el alto de Peña Angulo.

Salimos desde Quincoces y tomaremos como referencia la antigua parada de sementales o el albergue, como mejor nos situemos. Empezamos a ascender hacia el depósito del agua; a nuestra izquierda dejamos la charca de San Pedro, que nos saludará a nuestro paso con el croar de sus huéspedes, y a nuestra derecha quedará un abrevadero. A ambos lados del camino vamos dejando zonas de pastizales.

Entre los dos depósitos de agua el antiguo y el nuevo, siempre subiendo, nos encontramos que el camino se divide en dos. Cogemos el de la derecha, puesto que el de la izquierda muere en la escombrera. Seguimos entre pastizales de escasa vegetación en los que afloran las rocas calizas, compañeras de todo nuestro camino.

Al noroeste vamos dejando las peñas de Villabasil. A pesar de que el camino se bifurca varias veces, éste siempre va a dar al principal. También podemos guiarnos por las torretas de alta tensión ya que iremos en paralelo. Llegamos a unas barreras donde un cartel verde nos indica que entramos en el monte de utilidad pública número 403, denominado monte Orceo. Por él discurre el resto de la ruta. Cruzaremos las barreras y las cerraremos a nuestro paso para evitar que se salga el ganado. A nuestra derecha dejamos un abrevadero; seguimos ascendiendo por un amplio pastizal; empezamos a ver que entre las rocas asoma algún enebro, espinos, endrinos y algún roble pequeño. En estos momentos el tramo del camino por el que vamos es losa. Enseguida divisamos una extensa llanura, y cuando la atravesamos, nos encontramos en el punto más alto de nuestra ruta, desde el que observamos barrancos a ambos lados. Vemos desde arriba un hito blanco; descendemos prestando atención a nuestra izquierda, ya que a 50 metros del hito se abre una brecha en el suelo de unos 15 metros de diámetro y con una vertiginosa caída en vertical: es la cueva de Palomera.

No se sabe con exactitud la profundidad que tiene. Se dice que hace unos años algún montañero que pasaba por la zona oyó alaridos, y en su interior había un perro al que estuvieron alimentando hasta que un grupo de espeologos bajó y lo sacó con vida, aunque imaginamos que algo magullado…

Al noroeste nos siguen acechando las peñas de Villabasil, al norte el monte Gurdieta y al este los montes de Carrasquedo, Carrascos y Cobata, y también divisamos Sierra Salvada. En dirección norte desde la cueva de Palomera vemos un pozo que abastece a un abrevadero; es el pozo Palomera, y es muy probable que en la zona se encuentren las antes mencionadas yeguas losinas, que distinguiremos de las demás por su pequeño tamaño y su pelo negro.

Nos encontramos en mitad del recorrido. Seguimos nuestro camino atravesando un pastizal en el cual observamos varios hitos, que antiguamente servían para guiar a los ganaderos entre la niebla. La vegetación va aumentando: enebros, robles, hayas, algún acebo aislado, avellanos y algún narciso silvestre en la primavera. Nos adentramos en un bosque joven de hayas, con algún árbol de haya singular más grande; estamos en una zona a la que podríamos denominar como bosque de dolinas ya que a ambos lados del camino observamos gran cantidad de ellas, desde cuyo interior asoman las hayas más antiguas.

El camino se nos vuelve a dividir dando la posibilidad de despistarnos, el de la izquierda lo ignoramos y tomamos el de la derecha, que, aunque esta menos marcado, es el correcto; pasaremos por encima de una gran losa de piedra con la cual será fácil reconocerlo.

Una pequeña y última subida. Al llegar al alto observamos un brusco cambio de pendiente, el valle de Mena, la cascada de San Miguel y la Peña Angulo serán nuestros compañeros de fin de viaje.

Giramos 360 grados y comenzamos a bajar en brusco zigzag siempre por el camino más marcado. Empezamos a otear la carretera a la cual nos dirigimos; pocos metros antes, a nuestra izquierda vamos dejando puestos de caza de palomas y a la derecha, un amplio pastizal en el que casi inapreciables se encuentran los escombros que se sacaron al perforar el túnel. Llegamos a un paso canadiense cerrado con una cadena y daremos por finalizada la ruta, ya que algún alma caritativa nos vendrá a recoger a este punto para volver a casa.

(Félix y Lidia.La Solana, marzo 2002)